"Abusa de ciertos manjares y sobre todo de dulces y pastas. Es incontinente con las mujeres".
Sin embargo está larga relación se acaba cuando Felipe contrae un tercer matrimonio esta vez con una princesa francesa Isabel de Valois.
La dama de Saldañuela no contrajo matrimonio pasó treinta años de su vida en un encierro voluntario sin sus hijos a los que se llevó el monarca para que fueran criados en la corte, de hecho el primogénito Pedro, pasaba por sobrino del rey. Construyó un convento enfrente del palacio para ser enterrada en él y lo entregó a la orden de las Trinitarias.
El pecado del Rey Prudente en este caso no fue la lujuria puesto que los unía un amor fuerte y sincero sino el abandono y la soledad a la que condenó a Isabel sin compañero y sin hijos murió sola a los 67 años.
Aún tuvo tiempo en su cuarto matrimonio con su sobrina Ana de Austria de volver a pecar el monarca y fue con Elena Zapata hija de un montero, según la leyenda esta relación se desarrolla en "La Casa de las Siete Chimeneas", cada una de las cuales simboliza un pecado capital, y hoy sede del Ministerio de Educación y Cultura.
Por tanto si bien Felipe II fue un "Rey Oficinista" adicto al trabajo no es menos veraz que también era adictos a otros "trabajos" más placenteros
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