Nada mejor que los Templos del Ocio el dedicarse al noble arte del ojeo, o de la observación antropológica.
Hay quien el ritmo, en elevadas dosis de decibelios, adormece en trance hipnótico y deambulan cual zomas por el local.
A otros el ritmo desata el neardental que llevan dentro y se dedican a dar vigorosas zancadas acompañadas de aún más enérgicas brazadas mientras braman a la hembra más cercana, que normalmente huye espantada ante el espectáculo, siempre que no sea de la misma cuerda, claro está.
También existe el "exquisito" que dandi cual Gran Gatsby finge un tedio soberano, contemplando como se envilece la masa y ante su postura la pregunta es obligada ¿Quien te obliga?.
Otra modalidad es la de tranvía o trolebús, dependiendo de la masa que desplace, ya que toma un carril y en movimientos longitudinales, cual torre de ajedrez, no lo abandona en toda la noche, provocando colisiones con los alfi-tranvías que se desplazan oblicuamente.
Por supuesto que existe la evolución y de vez en cuando se vislumbra un homo sapiens danzantis, disfrutando de los decibelios sin molestar a nadie
Y si me preguntan en que especie encajo, me encojo de hombros, los científicos no contamos
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