Es la paz absoluta en mi pequeño mundo; los seres humanos nos dividimos entre alondras tempraneras y búhos trasnochadores y yo soy claramente de estos últimos.
Adoro la noche, las salidas nocturnas, las dionisíacas danzas de la discoteca donde festejo como una bacante a Apolo dios de la música.
Me gusta el brillo de la luna reflejándose en el agua de un lago, río o mar veo la cara amable de Diana en su brillante espejar.
En la noche todo es posible nuestros sueños y deseos, la noche es mágica, los conjuros se hacen a la luz de la luna, los amantes se juran amor eterno bajo su manto, los hechizos buscan la luz plateada de Selene.
Tanto me gusta la noche que a ella dedique una nana para mi hijo menor. Nuestra canción secreta que habla de la luna, de hechizos y palacios de cristal, quiero pensar que esa canción pasará de nosotros a sus descendientes y que un tataranieto lejano cantará a sus hijos la misma melodía, seguro que sonreiré en la noche sentada en la Luna.
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