lunes, 29 de julio de 2013

LLUEVE EN SANTIAGO

Santiago de Compostela el pasado 25 de Julio día de su santo patrón, lloraba lágrimas de sangre, cuando un tonto accidente de tren se llevó por delante la vida de 79 personas y dejaba malheridas a un centenar.
Santiago llora y toda España está de luto, por un error humano, técnico, político, causas haberes, pero ninguna justifica el dolor.
Es tanto el impacto de la noticia que seguro podemos hacer memoria de lo que hacíamos el aquél momento, en que se paraba el reloj de tantas personas.
De todo lo escuchado a lo largo de los distinto informativos, hay una frase que ha quedado en mi memoria, la pronunciada por uno de los miembros de los servicios de emergencia al llegar al lugar de la tragedia, reconocía que lo que más le impresionó fue el sonido de los móviles sonando sin saber que sus dueños nunca podrían responder a esa llamada.
A mi como a tantas personas por mucho que vea las imágenes, repetidas hasta la saciedad por las distintas cadenas, me sigue emocionando el rostro desencajado de los familiares que llegan con el susto en el cuerpo y rezando por que su ser querido esté en la lista correcta: la de heridos, y la desesperación si figura en la lista maldita: los fallecidos.
Como madre tengo la esperanza de no sobrevivir a mis hijos, creo que debe ser el dolor más terrible, y en las caras de aquellas que aguantaban la espera veía el mismo rostro de La Piedad cuando contempla transida de dolor la muerte del que tanto ha amado.
La vida sigue y continua y el dolor se atenúa, por fortuna, el tiempo sigue siendo el mejor médico y consejero, pero tragedias así nunca deben olvidarse para evitar que con el tiempo se vuelva a repetir la escena.
Si bien el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra,, tengo la esperanza que tenga la capacidad de memoria para evitarlo
Santiago de Compostela llora y todos los españoles con él.

En estos días un canción de Mago de Oz nos devuelve la esperanza de un reencuentro ya que la muerte no es el final:

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