sábado, 23 de junio de 2012

LEPROSO PERO EL MEJOR REY

La lepra, enfermedad infecciosa y terrible, por suerte hoy en día erradicada, ha sido desde tiempo inmemorial considerada un estigma y una maldición, que apartaba de sus iguales a quienes la padecían, aislándolos en lazaretos o leproserias, pero los bacilos que son muy suyos y no distinguen de jerarquías sociales, a veces dejan a los pobres en paz y se dirigen a la cabeza del ente social.
El mejor rey que tuvo la atormentada Jerusalen fue leproso, Balduino IV, 1161, muerto en 1185 a consecuencia de esta enfermedad.
Balduino ascendió al trono a la tierna edad de trece años al fallecer su padre, para entonces ya se sabía que padecía la enfermedad, fue su tutor Guillermo de Tiro que observó que al jugar con otros niños a pincharse los brazos  el príncipe no mostraba signos de dolor, uno de los síntomas iniciales la insensibilidad.
En los tiempos de los que hablamos se presumía que el rey no sólo era el monarca sino el principal de los caballeros y como tal debía dirigirlos en la batalla, nuestro pequeño rey no sólo fue un buen caballero sino mejor estratega y venció al mismísimo Saladino en la última gran batalla antes de la pérdida de Jerusalen, fue un gran estratega y un mejor gobernante.
Con apenas 20 años el Rey presentaba graves secuelas físicas su cara estaba desfigurada, estaba prácticamente ciego y con manos y piernas mutiladas, se cree que ocultaba su rostro tras un máscara de plata, es este rostro impactante el que vemos en la película "El Reino de los Cielos" pero tras esa máscara se ocultaba un hermoso ser, tolerante, sabio y lleno de amor hacía los demás, por eso no solo los francos se inclinaron ante su memoria sino tambien sus enemigos los árabes. El imán de Ispahán escribió : "ese joven leproso hizo respetar su autoridad al modo de los grandes príncipes como David o Salomon". Su estoica y dolorosa figura, tal vez la más noble de las Cruzadas, símbolo del heroísmo en la frontera con la santidad, ha sido víctima del injusto olvido de la Historia.
Cubierta delanteraHaciendo relación con el tema central de esta terrible lacra, he recordado una novela que me impactó y que al hilo de lo expuesto os traigo "La Impura" de Cars Guy Des, ¡Impuro, Impuro¡ era el terrible grito que tenían que proferir los contaminados para que de ellos se apartaran las gentes de bien. En esta novela una hermosa joven más preocupada por su belleza y los beneficios que a costa de ella podría procurarse se contagia de forma accidental y se ve obligada a viajar desde Francia a Oriente en busca de una cura. En el transcurso del tratamiento no sólo recupera la salud del cuerpo sino la del alma, haciendo de la cura un verdadero crecimiento personal, hacía la verdadera salud la de la mente.
Las dos figuras el sabio rey Balduino y la frívola Francoise, a través de  la misma terrible lacra se convierten en las figuras de paciencia, compresión y entrega a los demás. ¿Quizás el bacilo de Hansen, además del deterioro físico y el sufrimiento nos trae la compresión?
Gracias a Dios y a los adelantos médicos espero que nunca tengamos ocasión de comprobarlo

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