sábado, 17 de marzo de 2012

EL VELO NEGRO

Solo un pequeño trozo de tela la aislaba de los demás, el crespón negro velaba sus facciones y la hacía invisible a los ojos del mundo
Algo tan pequeño e insalvable como un abismo que enturbiaba sus facciones y al mundo volvía gris.
En su mente una historia leída hace mucho tiempo en la que un hombre decidió poner toda su vida tras un velo y por él perdió a la mujer que amaba, incapaz de soportar la visión de su rostro velado, estableció una frontera a los afectos de los demás paralizados ante ese trozo de tela que le aislaba y le envolvía en un aire lóbrego.
En la hora de su muerte y ante la exigencia del párroco que le asistía, que en ese supremo instante levantara el velo que le envolvía el rostro exclamó con sus últimas fuerzas:
-Este velo permanecerá conmigo, él me apartó de mi amada, él se interpuso ante los demás dejándome en la más absoluta soledad y con él me presentaré ante el Señor, puesto que voluntariamente tomé el velo.
La mujer no puede por menos que pensar que el hombre tomó el velo por voluntad propia aunque nunca explicó el voto que hizo pero a la mujer le fue impuesto, ella no quería ocultar su faz, ni su mirada a los ojos del resto, quería mostrarse y ver, pero el trozo de tela se lo impone una sociedad injusta y cruel, que esclaviza a la mujer en una cárcel de tela, le impone sumisión al varón sea este padre, marido, hijo o hermano haciendo de su vida una eterna minoría de edad.
Es absurdo que a una mujer se la culpabilize por su atractivo físico, si un hombre la mira con lujuria la responsable es la mujer no el hombre, es mejor por tanto que se cubra para defenderse de las miradas codiciosas, en vez que sean otros los que eviten mirar con codicia lo ajeno.
 

Este pequeño relato es un homenaje a un cuento gótico "El Velo Negro del Pastor" de Nathaniel Hawthorne publicado en 1836 y utilizado, el velo, como símbolo de los pecados del alma humana, es más en un párrafo el protagonista exclama:
—¿Por qué sólo yo os hago temblar? —clamó, paseando su rostro velado sobre la rueda de pálidos espectadores—. ¡Temblad también los unos ante los otros! ¿Los hombres me han esquivado, y las mujeres no me han tenido compasión, y los niños han gritado y huido, sólo por mi velo negro? ¿Qué es lo que ha hecho que este crespón fuera tan atroz, sino el misterio que oscuramente simboliza? Cuando el amigo le muestre al amigo lo más recóndito de su corazón; cuando el enamorado muestre el suyo a su más amada; cuando el hombre no se oculte en vano de la mirada de su Creador, atesorando abyectamente el secreto de sus pecados... ¡consideradme entonces un monstruo, por el emblema detrás del cual he vivido y con el cual muero! Yo miro en torno de mí y, ¡ay!, sobre cada rostro veo un Velo Negro.
Se cree que Hawthorne se basó en un hecho real sucedido en Maine allí un clérigo mató accidentalmente a un amigo y en símbolo de duelo llevó desde ese día el rostro cubierto por un velo negro.
Esta fue la inspiración del genial escritor, lo que me ha llevado a mi a recordarlo fue el encuentro casual en un centro comercial, con una mujer cubierta con el velo integral y no sé muy bien por qué, el hecho de no poder ver su rostro y la inquietud que me producía ver su figura velada, me hizo recordar este relato leído hacía mucho tiempo.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario