viernes, 20 de enero de 2012

RECOGIMIENTO


VIAJE A LA CATEDRAL DE TOLEDO

Hoy he visto una imagen que quiero plasmar, antes de olvidarla, en el silencio de la catedral, sólo roto por la música que brotaba del órgano.
    Una queda campanilla imponía respeto al paso de un sacerdote que transportaba la custodia a la Sacristía. La luz que traspasaba las vidrieras bañaba la nave en un mar de color, sentía paz y congoja, me sentía conmovida y miré arriba, al Cielo.
    En el techo los frescos del transparente, con la imagen de la Virgen, pareció mucho más vivo. Miré a los rostros de los visitantes que llenaban el recinto y parecían iluminados por la luz, veía nítidamente sus rostros, pero no me identificaba con ellos, parecían de una raza distinta.
    En el altar mayor, un sacerdote se interpuso en mi visión: “Apártense, por favor, voy a cerrar”. Y esas palabras, aún dichas en mi idioma, no significaban nada, solo el gesto me incitó a moverme y a dirigirme a la salida.
    Allí me encontré con la tabla de la “Virgen Antigua”.
    “Señores, diríjanse a la salida, la Catedral va a cerrar sus puertas”, sonó por el altavoz, profanando mi recogimiento y trasladando un algo frívolo donde hasta ese momento imperaba un sentimiento.




























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