sábado, 7 de abril de 2012

EL SINDROME DE MÜNCHAUSEN

El barón de Münchausen fue un barón alemán del siglo XVIII que al volver al hogar tras participar en dos campañas militares narró historias increíbles sobre sus aventuras: cabalgar sobre una bala de cañón, viajar a la luna y salir de una ciénaga tirando de su propia coleta, basándose en este excéntrico personaje el escritor Rudolf Erich Raspe creo un personaje literario antihéroe, cómico y burlón, a muchos les sonará más que el libro las distintas películas que sobre él se han filmado la más conocida de ellas "Las aventuras del barón de Münchausen" dirigida por Terry Gilliam (ex miembro de los Monthy Python) con actores de la talla de Robin Williams y Uma Thurman.
Pero donde más se ha aplicado las cualidades de este personaje ha sido en psicología donde da el nombre ha una alteración psicológica (El Síndrome de Münchausen) en la que el paciente finge los síntomas de diferentes enfermedades o incluso se las provoca para recibir así la atención y la simpatía de los demás.


Hoy me vino a la mente esta idea cuando contemplaba a unos niños que jugaban divertidos en un centro comercial porque dentro de esta alteración hay una variante mucho más peligrosa El Síndrome de Münchausen por poderes en la que el padre, madre o cuidador provoca enfermedad o lesión a un niño o adulto vulnerable que está a su cuidado y me horroriza que alguien para despertar simpatías, sentirse importante y necesario puede dañar al ser que más quiere.
Lo más peligroso es su difícil detección porque ¿como desconfiar de unos padres tan atentos? tan preocupados por su retoño, hay un protocolo que los médicos siguen en cuanto detectan las siguientes señales de alerta: 

  • Un niño que tiene uno o más problemas médicos que no responden al tratamiento o que siguen un curso inusual que es persistente, inexplicable y desconcertante.
  • Exámenes físicos o de laboratorio que son altamente inusuales, discrepantes en forma ostensible con la historia clínica.
  • Unos padres que parecen médicos por sus conocimientos y / o se encuentran fascinados con los detalles médicos y hospitalarios. Parecen disfrutar el ambiente hospitalario, y expresan su interés en los problemas de otros pacientes.
  • Un padre/madre muy atento que se resiste a dejar solo a su hijo y que parecen requerir una atención constante. 
  • Un padre/madre que se ve llamativamente calmo frente a graves dificultades que su hijo puede estar cursando. Por otro lado es muy alentador con el médico, pero si se contraría, descalifica al personal, y exige más intervención, más procedimientos, una segunda opinión, y transferencias a otras instalaciones más sofisticadas.
  • Los padres pueden centrar su atención en su propia salud o preguntar acerca de los posibles desequilibrios que puede generarle su trabajo.
  • Los signos y síntomas de la enfermedad de un niño no se producen en ausencia de los padres (en la hospitalización será necesario un seguimiento cuidadoso para establecer esta relación de causalidad).
  • Una historia familiar similar o con enfermedades inexplicables o la muerte en un hermano.
  • Un padre/madre de familia con síntomas similares a los del propio niño, o con problemas médicos que hacen que la historia de la enfermedad sea sorprendente y poco habitual.
  • Se sospecha una relación emocionalmente distante entre ambos padres. El cónyuge no visita a menudo el paciente y tiene poco contacto con los médicos, incluso cuando el niño está hospitalizado con una enfermedad grave.
  • Un padre/madre que está rodeado de situaciones dramáticas, con acontecimientos negativos; como pueden ser el incendio de su casa, robos o accidentes de coche, que le afectan a él y a su familia mientras el hijo está en tratamiento.
  • Un padre/madre de familia que parece tener una insaciable necesidad de adulación o que se esfuerza por lograr el reconocimiento público de sus capacidades.
Afortunadamente la prevalencia de este trastorno es mínima y la detección del mismo cada vez más rápida.
En la comunidad científica hay controversia por este trastorno descrito por primera vez en 1977 por el pediatra Roy Meadow y a lo largo de estos años y hasta 2003 se le ha llamado como perito en diversos casos. En la actualidad hay más de 2000 informes profesionales publicados de este síndrome aunque la comunidad científica se resiste a reconocerlo.

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