jueves, 20 de septiembre de 2012

NATURALEZA ERRONEA

Nuestra madre Naturaleza es muy sabia, pero no tanto como para no cometer ningún error, y veces sucede que nacen personas atrapadas en el género equivocado.
Hoy en día la transexualidad no escandaliza a nadie, ni se entiende como enfermedad mental, sino que se le pone remedio corrigiendo el error que la Naturaleza cometió.
Elagabalo (203 o 204-222 d.C) - Musei capitolini - Foto Giovanni Dall'Orto - 15-08-2000 .jpgPero a lo largo de los siglos precedentes no lo han tenido tan fácil, ya en siglo relativamente avanzado como el XVI nuestro siglo de Oro una mujer que se travistiese de varón le costaría como mínimo una visita del Santo Oficio por blasfemia, cuando no la muerte, de hecho una de las transexuales más conocidas Juana de Arco una de las acusaciones que se esgrimieron en su contra fue su costumbre de vestirse de varón.
Desde luego debe ser desconcertarse mirarse en el espejo no encontrando el rostro que a uno le gustaría, imaginarse que uno despierta siendo hombre en el cuerpo de una mujer y viceversa, por cierto esto me recuerda una película muy curiosa vista hace ya mucho tiempo "Una rubia muy dudosa" (1991) un hombre egoísta y mujeriego que se había ganado el desprecio de las mujeres a las que había engañado y abandonado. Tras morir asesinado es devuelto a la Tierra en el cuerpo de una bella mujer con una difícil misión tiene que encontrar una mujer que le quiera. Además de las predecibles escenas de humor refleja bastante bien las dificultades de encontrarse físicamente en un cuerpo que mentalmente no le corresponde.
Desde el comienzo de los tiempos y en todas las clases sociales se ha dado este problema desde el emperador Heliogábalo (203-222) a la reina Cristina de Suecia, pasando la mencionada Juana de Arco y un personaje curioso que me llamó la atención:
Catalina de Erauso (1592-1650) más conocida como la monja alférez, fue mujer y soldado términos absolutamente contradictorios en el siglo de Oro Español.
Catalina de Erauso.jpgFue ingresada en un convento siendo muy niña, de ahí lo de monja, pero que por su carácter pendenciero y más propio de varón el claustro no le era muy propicio, escapó con quince años disfrazada de campesino, ayudó el hecho de que su aspecto fuera más bien hombruno y nada delicado.
Vagó durante años por la península de Valladolid a Bilbao usando siempre ropa y nombres de varón hasta llegar a Sanlúcar de Barrameda donde embarcó para hacer fortuna, como tantos otros, en las Américas, llegando a Perú se alistó como soldado.
Luchando en 1619 en Chile por la corona española contra los indios mapuches y demostrando ser fiero y hábil con las armas ganó el grado de alférez sin descubrir su auténtico género, pero en 1623 la suerte se le acabó y tras una pelea la detuvieron para evitar su ajusticiamiento confesó ser mujer, hecho que fue certificado por matronas, así como su virginidad, el obispo Agustin de Carvajal la protegió y la envió a España donde fue recibida por el rey Felipe IV quien confirmó su graduación militar y le dió el sobrenombre de la monja alférez, sus aventuras corrieron por toda Europa y el propio Papa Urbano VIII la recibió y la autorizó a seguir llevando ropa de varón.
En 1630 se trasladó a México donde residió hasta su muerte regentando un negocio de transporte de mercancías.
Como cotilleo (las biografías no dejan de serlo) a Catalina siempre la atrajeron las mujeres y en sus memorias confiesa aventuras lésbicas.
Fue uno de los pocos transexuales que en en los siglos pasados consiguieron vivir más menos una vida adecuada a como realmente se sentían.

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